No solo los perros lamen

No solo los perros lamen

Esta es la historia de Isabelle, una niña de nueve años, hija única de un matrimonio de clase alta, bien relacionado en círculos políticos y aristocráticos. Sus padres, constantemente ocupados con compromisos sociales, decidieron comprarle a Isabelle un perro para que le hiciera compañía y la protegiera durante sus frecuentes ausencias en cenas y fiestas.

El perro, un pastor alemán llamado Max, se convirtió en el fiel compañero de Isabelle. Adoptó la costumbre de dormir bajo su cama, y cada vez que ella se asustaba por algún ruido o pesadilla, dejaba caer su mano y Max la lamía para calmarla. Esta rutina se volvió una fuente de consuelo y seguridad para la pequeña.

Una noche, mientras sus padres estaban en una importante gala, Isabelle se despertó sobresaltada por unos ruidos extraños que provenían de algún lugar de la casa. Temerosa, dejó caer su mano por el borde de la cama y, como de costumbre, sintió la cálida lengua de Max lamiéndola, lo cual la tranquilizó hasta que volvió a dormirse.

Horas después, al amanecer, Isabelle se levantó de la cama y bajó al salón. Lo que encontró allí la dejó petrificada de horror: su amado perro yacía descuartizado en medio de la habitación. En la pared, escrita con la sangre del animal, había una inquietante frase: "No solo los perros lamen".

El descubrimiento dejó a Isabelle traumatizada. La policía fue llamada de inmediato, pero nunca se encontró al culpable. Los periódicos locales publicaron artículos sobre el macabro evento, y la historia rápidamente se extendió por la ciudad. La leyenda sugiere que Isabelle había sido acechada por un intruso que, aprovechando la ausencia de sus padres, se escondió bajo su cama.

Desde entonces, la ciudad ha sido escenario de innumerables rumores y teorías sobre quién o qué podría haber cometido tan atroz acto. La mansión donde ocurrió el incidente quedó marcada por la tragedia, y la leyenda de Isabelle y su perro sigue siendo contada como una advertencia para aquellos que confían ciegamente en la oscuridad de la noche.

La historia de Isabelle y Max se convirtió en una advertencia sombría. Las generaciones más jóvenes crecieron con el miedo de lo que podía esconderse en la oscuridad, y la leyenda se perpetuó como un recordatorio de que el peligro puede estar más cerca de lo que imaginamos.