Un grupo de cinco jóvenes amigos decidió pasar un fin de semana en una antigua casa junto al lago, situada en un pueblo remoto. Habían oído historias sobre la belleza del lugar y la tranquilidad del entorno, así que estaban emocionados por la escapada.
Al llegar, se encontraron con una casa de madera que crujía con cada paso, pero aún así, el lugar tenía su encanto rústico. La primera noche, después de una cena al aire libre y risas alrededor de la fogata, comenzaron a contar historias de terror. La brisa del lago parecía acompañar cada palabra, haciendo que las sombras de los árboles danzaran inquietantemente.
María, una de las chicas del grupo, mencionó haber leído algo inquietante sobre el lago y el pueblo cercano. "Dicen que hace muchos años, algo terrible sucedió aquí", comenzó. "Supuestamente, un grupo de niños desapareció misteriosamente y nunca fueron encontrados."
Al día siguiente, mientras exploraban el área alrededor del lago, encontraron una vieja cabaña abandonada. En su interior, cubierto de polvo y telarañas, hallaron un diario antiguo. Era de un niño que había vivido en el pueblo, fechado en la década de 1950. Las últimas páginas describían noches de terror y susurros sobre rituales oscuros llevados a cabo por los adultos del pueblo.
Con el corazón acelerado, el grupo decidió investigar más. En el pueblo, intentaron hablar con los ancianos locales, pero todos evitaban el tema. Finalmente, una anciana les susurró la verdad. “Esos niños…”, dijo con voz temblorosa, “fueron sacrificados para proteger el pueblo de una maldición antigua. Sus cuerpos... están en el fondo del lago”.
Esa noche, los jóvenes no pudieron dormir. Decidieron salir al lago en una pequeña lancha, llevando consigo linternas y una cámara. A medida que se adentraban en la oscuridad, las aguas tranquilas parecían volverse más profundas y turbias. De repente, algo golpeó el fondo de la lancha. Miraron hacia abajo, iluminando con sus linternas.
Lo que vieron los dejó sin aliento: rostros pálidos y ojos vacíos mirándolos desde las profundidades. Cuerpos infantiles flotaban, atrapados en un estado de descomposición eterna. Los jóvenes sintieron un frío helado recorrer sus espinas dorsales cuando uno de los cadáveres comenzó a moverse, extendiendo su mano hacia ellos.
Con pánico, intentaron remar de regreso a la orilla, pero una fuerza invisible parecía arrastrarlos hacia el centro del lago. Las manos fantasmales de los niños emergían del agua, tirando de la lancha. En un último intento desesperado, uno de los chicos, Javier, gritó que tenían que saltar y nadar.
Saltaron al agua helada, nadando con todas sus fuerzas hacia la orilla. Sentían cómo manos pequeñas intentaban agarrarlos, pero lograron escapar. Al llegar a tierra firme, jadeando y temblando, vieron cómo la lancha era arrastrada hasta desaparecer bajo la superficie del lago.
Regresaron a la casa, empapados y aterrorizados. Decidieron irse esa misma noche. Al arrancar el coche y mirar por última vez hacia el lago, vieron a un grupo de figuras pálidas observándolos desde la orilla, sus ojos vacíos brillando con una luz siniestra.
Nunca hablaron de lo sucedido, pero cada uno de ellos llevaba la marca del terror en su mente. Sabían que los niños del lago nunca encontrarían descanso y que el mal que habitaba ese lugar estaba siempre al acecho, esperando a su próxima víctima.